Emma Get Wild presentan su nuevo disco ‘Once I Was a Tiger’, sin duda el trabajo más completo, cuidado y personal de su carrera. Música atemporal inspirada en el folk rock americano y británico, recorriendo las dédacas de los 70 a la actualidad. Composiciones magnéticas bañadas en atmósferas entretejidas por Salva Fito junto a la voz seductora de la anglo-española Isabel Castro, hacen del grupo valenciano una de las propuestas más atractivas del momento.
«Con el folk-rock atemporal en su horizonte permanente, Emma Get Wild amplían su paleta sin perder nunca su “sensibilidad pop” cargada de emoción a la hora de hacer esas grandes canciones. Con la solemnidad y la elegancia de unos Fairport Convention. Los destellos psicodélicos a través de atmósferas intensas y profundas son ahora más latentes, cercanos incluso en algún momento al sonido “West Coast”-a-la-Jefferson-Airplane, y combinados con unos aires melódicos que traen a la mente el espíritu más aventurero de la independencia de los 80. ecos, quizá, de los primeros REM.» Luis de Benito (Islas de Robinson RNE3)
NI SON AMERICANOS, NI FALTA QUE LES HACE
por Carlos Pérez de Ziriza (Efeeme)
Ni son americanos, ni falta que les hace. Pero el tercer disco que se han marcado los valencianos Emma Get Wild, de estar facturado fuera de nuestras fronteras y sustentado en un buen engranaje promocional, bien podría ser uno de los álbumes de cabecera para todo el que comulgue con las hechuras del recurrente sonido americana, ese vastísimo contenedor de ambrosías sonoras con aliento a raíz y, por qué no decirlo también, de más de una medianía de tres al cuarto.
Para empezar, tenemos la voz de Isabel Castro. Una de las más seductoramente hipnóticas del panorama estatal, tan polivalente que igual puede remitir a la Kirstin Hersh de sus aventuras en solitario (en ‘Armageddon’) como a la Carla Torgerson más serena (en ‘My bye bye’) o a cualquier otra gran dama del género cuyos logros se remonten décadas atrás. Su prodigiosa garganta, empero, se quedaría solo en espinazo sin el entramado de guitarras, banjo y mandolina orquestado por Salva Fito, responsable de al menos un par de breves borrascas eléctricas (las de ‘Mideast’ y ‘Sweet unrest’) que ponen los pelos de punta.
Porque hay empaque, oficio y un consumado dominio de las intensidades en este disco, producido por Dani Cardona. Hay una más que taimada autoridad a la hora de inocular una inquietante oscuridad a temas como ‘Little things’ o ‘Cinnamon Dust’, que podrían remitir a la mejor tradición folk rock de los 60/70 a ambos lados del Océano e incluso traer a la mente la labor de insignes epígonos de esas prácticas como los Cowboy Junkies o los propios The Walkabouts.
Y hay también clase, mucha clase para lidiar con atmósferas menos enrarecidas y más livianas, como las de ‘Beat box connection’ o ‘Lucas’, composiciones de pegada instantánea que funcionan como estupendos botones de muestra de la ambivalencia de un álbum que, a diferencia de lo ocurrido con el grueso de novedades de nuestra escena, no agota ni diluye su impacto en sucesivas escuchas, sino que crece con ellas.