AUTOMATICS 1991-2001
Clifford Records recopila la carrera del grupo granadino en un doble vinilo de edición limitada
El próximo 30 de septiembre verá la luz 1991-2001, un recopilatorio de 20 canciones, dos de ellas completamente nuevas y recién grabadas, que resume los 10 años de vida de AUTOMATICS uno de los grupos más importantes del pop independiente español de los 90. Clifford Records se ha encargado de la edición en doble vinilo de este artefacto sonoro, una edición limitada de 500 copias.
AUTOMATICS, que se separaron en agosto de 2001 después de la publicación de un espléndido CD-Single con tres canciones producidas por Carlos Hernández y con colaboración vocal de J de LOS PLANETAS. Un CD-Single que auguraba un potentoso cuarto álbum que nunca llegaron a grabar dejando las maquetas de aquellas canciones perdidas en un cajón. AUTOMATICS tenían un directo impactante y así lo demostraron en los festivales mas importantes de nuestro país con momentos estelares como en el Adrenalin Village de Londres junto a otros nueve grupos europeos en el concurso MTV Eurobaschhh 1997, que fue retransmitido a todo el mundo por internet y donde demostraron estar al nivel de los mejores nuevos grupos europeos; al año siguiente serían los únicos representantes españoles en el prestigioso festival francés “Les Eurockeennes” de Belfort, con más de 90.000 personas y compartiendo cartel con GARBAGE, JON SPENCER, PULP o PORSTISHEAD.
Guillermo Z. del Águila, periodista y colaborador en RockDeLux, Efeeme y otros muchos medios, vivió de cerca el nacimiento y la evolución del grupo y nos descubre en el siguiente texto, alguna de las claves para entender este disco, sus canciones y el universo que rodeó a los AUTOMATICS.
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“Tras escuchar varias veces este Doble-LP, no paro de preguntarme cómo es posible que la carrera de AUTOMATICS no tenga mucho más reconocimiento. Me parece increíble que no se les cite unánimemente como una de las cimas del indie nacional de los años 90.
Una de las razones puede ser que nunca fueron suficientemente complacientes con discográficas ni promotores, ni siquiera con las demás bandas. Se resistían a entrar en el juego y parecía como si aquella “escena” no fuera con ellos. Compartían influencias con la mayoría de las bandas españolas que brotaron como setas a principios de los 90 (qué impecable versión hacían de “Revolution” de SPACEMEN 3), pero algo diferenciaba a AUTOMATICS del resto. Para empezar, no se trataba de educados indies de clase media. La provinciana y gamberra vena hedonista de la facción más joven del grupo, paradójicamente más cercana a la personalidad real de THE JESUS & MARY CHAIN, NEW ORDER, THE STONE ROSES, OASIS y la mayoría de las bandas británicas, no era común aquí. Cierto es que la otra facción sí tenía un poso artístico e intelectual, pero procedía de una generación anterior (PRECEPTOS DEVOTOS editaron su Maxi-Single en el 85) y a estos era su escepticismo el que les alejaba del postureo indie.
Analizando más a fondo, hay que admitir que su propuesta artística era ciertamente radical, incluso rozando la autodestrucción y el autosabotaje. Primero en lo superficial, por su negativa a tomarse demasiado en serio, con esa pose parodiando la actitud arrogante de las estrellas pop con un finísimo humor retorcido que poca gente entendía como disfraz a la timidez y el auto-menosprecio. Después en el fondo, por ese empeño de grabar algunas canciones sin letra definida, sobre todo cuando tenían estribillos sublimes convertibles en himnos. Era una especie de universalización abstracta: la melodía es el mensaje y emociona, casi todos empezamos escuchando música y coreando himnos con aproximaciones fonéticas sin saber qué decían.
Lo mejor de todo era su brillantez armónica, melódica y sonora. Porque aunque es cierto que su lenguaje musical distaba de ser original, también lo es que si no eran los únicos, sí eran los mejores. AUTOMATICS siempre eran los que mejor sonido conseguían en aquellos precarios directos compartidos, realmente despertaban envidia por eso. Y eran los mejores en recrear sonidos, como las guitarras incendiarias de TEENAGE FANCLUB (“Sixty”) o, por supuesto, las detonaciones eléctricas y rítmicas de THE JESUS & MARY CHAIN, a cuyo legado buscaban salida tras Automatic (“To Be Alive” lo coloreaba con un Hammond y “French Boyfriend” lo inflaba de melodías pop). Uno de sus mayores aciertos fue encontrar el punto más pop en la intersección entre estos y el grunge (“Emilio”, “Fraguel Rock”, “Suicide”…). Pero en seguida empezaron a ir mucho más allá. Lo mismo capturaban el sonido Madchester (“Swayfest”) que el indie más canónico con Rickenbacker de 12 cuerdas (“She Used To Make Me Smile”) o el kraut-pop (“Sputnik Was Sent Into Space…”), y al final de su carrera apuntaban a una extraordinaria madurez electroacústica con más armonías que ruido (“Big Lies Under A Summer Rain (Wilson Love Me)” y “An Empty Page”). Alguna vez se les acusó de derivativos en el sonido, pero raro es encontrar los préstamos melódicos que pueblan la discografía de otros grupos mucho más respetados en esa factoría de estribillos pegadizos que eran AUTOMATICS. La infecciosa “Electric Captain” es uno de los mejores temas del noise-pop nacional, la preciosa “Lone” es una canción excelente que trasciende cualquier género (definición de un clásico). Lograron auténticos himnos explotando la euforia contagiosa del pop de guitarras (“Watch Over You”, “Between Two Stars”), incluso llevando al éxtasis melódico los ritmos automáticos de J&MC (“Psychof*.bak”, “Pop Star”). El repertorio es extraordinario. Como suele suceder en los recopilatorios, no están todas los que son (todavía queda alguna gema en su discografía), pero a cambio ofrecen dos nuevas: “Black Beach” y “Hello, Goodbye”. La primera actualiza su sonido clásico post-marychain, un ataque frontal de guitarras, perezosa voz con reverb y una estructura superdotada melódicamente, la segunda es un pildorazo pop con guitarras inflamadas, de nuevo insultantemente melódica.
Este doble álbum, con edición muy cuidada y cariñosa, quizás tenga una repercusión limitada pero seguramente se acabe agotando. Y es que merece la pena atesorar esta impecable colección de canciones con eléctrica jovialidad y estupendas melodías, de esas que se te meten en la cabeza y te dejan tarareando riffs instrumentales e inventándote el idioma en los estribillos, como la primera vez que nos conmovió la música.” GUILLERMO Z DEL ÁGUILA
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